La generación de políticos socialistas de Felipe González, exterminados en su día por Zapatero, está dispuesta a volver a tomar el mando.Y lo tomará.
Que el socialismo español atraviesa un momento muy delicado, lo ratificó el propio Felipe González, en ese famoso acto de cierre de filas articulado con el pretexto de un aniversario: los cien años del acta de diputado de Pablo Iglesias.
Lo novedoso de la situación no son tanto las penalidades graves que sufre el PSOE, cuanto que, quien hasta hace muy poco constituía su principal capital político, es decir, José Luis Rodríguez Zapatero, se ha convertido en un peso muerto, un lastre que arrastra al abismo al Gobierno, y con él al partido. Al abismo llamado derrota electoral.
Son cientos los altos cargos socialistas, sobre todo en los niveles autonómico y municipal, que opinan que el presidente les perjudica electoralmente, y que su figura ahora resta votos. Ahí están esos dos síntomas en Cataluña y en el País Vasco, donde han saltado voces pidiendo que Zapatero no les visite durante la próxima campaña porque les quita apoyos.
Desde el PSOE se replica a esas peticiones diciendo que el líder acudirá a todos los rincones de España. Pero es la respuesta oficial y de carril.
Los viejos rockeros
En este panorama, y también visualizado en el citado acto conmemorativo, se aprecia un retorno de los viejos rockeros, es decir, la generación de Felipe González y compañía, que fueron exterminados sin piedad por Rodríguez Zapatero cuando se alzó con la secretaría general. Resultaron barridos del mapa, pero ahora empiezan a dar la cara. Y además, lo que resulta más sorprendente, como alternativa a la actual generación de socialistas.
La vieja guardia se ha declarado dispuesta a hacerse con el mando. Felipe González, en el tan citado acto, proclamó que estaba “disponible”, un mensaje que era algo más que sólo ponerse a disposición de Zapatero.
De alguna manera, los socialistas veteranos están diciendo a quienes les sustituyeron, y que han tenido la responsabilidad de gobernar estos últimos seis años: ¡No se os puede dejar solos! ¡Habéis fracasado como gestores y habéis destrozado el país!
La vuelta de Javier Solana
Y así, resulta que cada vez son más los ojos que se vuelven hacia uno de esos prejubilados anticipadamente, hacia Javier Solana, a quien empiezan a colocar como la reserva de Zapatero, a la espera de heredarle y tomar las riendas, una vez se produzca el desastre. O incluso antes, para evitar la catástrofe eludiendo la próxima derrota en las generales de 2012.
Solana, de 68 años, y que parecía definitivamente aparcado, vuelve a entrar en las quinielas. No ostenta ningún puesto destacado en este momento, lo cual constituye una notable anomalía. Se anota como datos a su favor, entre otros, que, dado el conocimiento internacional ganado, la solvencia de su figura y trayectoria, una presencia suya al frente del Gobierno de España devolvería la confianza internacional sobre este país y sobre su capacidad de salir de la crisis. Algo que con Zapatero resulta ya casi imposible.
A las conocidas angustias que padece el presidente del Gobierno hay que sumar la estrategia puesta en marcha por Prisa, precisamente otro de los damnificados de Rodríguez Zapatero. Como ya se ha publicado en las páginas de ECD, la consigna a los medios del grupo es: Apoyamos un Gobierno socialista… pero sin Zapatero.
De esta manera, los cebrianes y polancos van a poder servirse el plato frío de su venganza por los devaneos de ZP con Pedro J., por un lado, y con Público, la Sexta y compadres de Roures, por otro.
Aunque no estamos solamente ante el típico ataque de cuernos. Es que Prisa necesita recuperar la omnímoda capacidad de influencia que tuvo en el pasado, y para eso ha de apoyarse precisamente en sus amigos los viejos socialistas, empezando por Felipe González, pero pasando por Javier Solana e incluso por Alfredo Pérez Rubalcaba. Y le urge porque el salvavidas de la alianza con Liberty empieza a ser un flotador pinchado.
El declive de Leire
Paradigma del fracaso de los jóvenes socialistas aupados por Zapatero es la difícil situación que atraviesa la secretaria de organización del PSOE. Leire Pajín, número tres del partido, está desaparecida en combate. Se le adjudican graves diferencias con pesos pesados como José Blanco y Manuel Chaves, se le imputan graves errores políticos, y le acusan de que no controla el partido.
Esa nueva generación de socialistas, de la que Pajín constituye paradigma, pero también con otros nombres como José Antonio Alonso y Eduardo Madina, o como Carme Chacón y José Montilla, además de Tomás Gómez o Jorge Alarte, es la que no chuta, en opinión de los viejos del partido. Y hay que relevarles. Está en juego perder o ganar las siguientes elecciones.
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