viernes, 11 de marzo de 2016

NUEVA DERECHA REPUBLICANA for presidencia del gobierno de España. Empleo para todos.
"LA TRANSICIÓN ESPAÑOLA el más DESQUICIADO FETICHE POLÍTICO QUE INVENTARON LOS SIGLOS,YA NO ENGAÑA A NADIE".
Dado el espíritu de aquella IMPOSTURA llamada TRANSICIÓN, el más DESQUICIADO FETICHE POLÍTICO QUE INVENTARON LOS SIGLOS, QUE CULMINARÍA en la cleptocracia española de hoy,( Juan Manuel Prada ), montada por Torcuato Fernández Miranda, cerebro del posfranquismo y los corruptos fantoches traidores al pueblo español Felipe González, Carrillo, Fraga, Suárez, y como no, el reinstaurado Juan Carlos, otro dechado de defectos como toda su familia, que al morir, acabará con la monarquía .
Según esa pandilla, LA TRANSICIÓN trajo la reconciliación a los españoles cerrando las heridas de la Guerra Civil, cuando lo cierto es que en vez de DEMOCRACIA trajo una DEMOGRESCA corrupta, una CLEPTOCRACIA como jamás hubo en España.
El abuso cainita de unos pocos, con FELIPE GONZALEZ a la cabeza, creador del GAL han llevado a la ruina al pueblo español, y por ello deben pagar con todos los que han engañado, manipulado y robado al pueblo español, sean periodistas, banqueros, sindicalistas, economistas , literatos o catedráticos de Universidad
Jamás ha habido posiciones más enconadas que las actuales y las dos Españas velan armas con heridas en los corazones que destilan odio por crímenes contra la humanidad, que no se han juzgado a pesar de que no prescriben jamás.
Los conflictos separatistas que la Transición reavivó de manera irresponsable al cr4ear diecisiete autonomías cleptocráticas, nos han llevado a una situación imposible, en la que tarados de todos los pelajes, con Rajoy y Sánchez al frente, han entrado definitivamente en la gran carrera por acabar con España.
La marcha por el cambio el 31 de enero supone el inicio del fin de esta crisis institucional que contamina la organización administrativa del Estado y sus más altas magistraturas, incluída la Monarquía.
PODEMOS TIENE QUE DEJARSE DE PROGRAMAS ABSURDOS E INCORPORAR GENTE BIEN FORMADA CON EXPERIENCIA Y HONRADA, PARA PREPARAR UN PROGRAMA ECONÓMICO Y POLÍTICO VIABLE, QUE PERMITA AHORRAR,INVERTIR Y CRECER DE VERDAD AL 3,5% , Y CREAR 500.000 empleos anuales, de los de 40 horas semanales, dentro o fuera del euro y realizar una quita de la Deuda soberana del 50%
Hoy el pueblo español, pide a gritos que paguen todos aquellos que se cargaron la posibilidad de que hubiera una democracia moderna en España.
Deben pagar los corruptos de LA CASTA, políticos, banqueros, empresarios, sindicalistas, periodistas, jueces y fiscales del Régimen, ministros y ex ministros e incluso presidentes de gobierno que delinquieron o han delinquido sin miramientos contra la democracia y la Constitución.
Poco a poco la Justicia injusta a lo largo de 79 años empieza a oir el griterío y suelta los grilletes que impidieron que en España hubiera Estado de Derecho, dando la impresión que no quieren que se les considere cómplices de la Casta podrida.
Angel Gimeno Marín
Profesor,economista,ingeniero, consejero economía y hacienda

jueves, 10 de marzo de 2016

la Banca no quiere que se debata en España el tema de la salida del euro


Nada  parece preocuparles a banqueros, políticos españoles de todos los partidos, a economistas del pesebre español, liberales o no ,tertulianos económicos sin pajoletera idea de economía pagados por TVs y medios comprados por la Banca.
Es comprensible que la Banca no quiera que se debata en España el tema de la salida del euro, pero como está quebrada en su totalidad, igual le da estar quebrada dentro del euro que fuera.
Al resto de los españoles, a los sufridores, les eliminaría los sufrimientos y empezarían a ver con otros ojos la situación al ver que el empleo se recuperaría en España rápidamente.

martes, 8 de marzo de 2016

QUITA DEL CINCUENTA POR CIENTO (50%) de su DEUDA SOBERANA REAL Y BANCARIA.


ESPAÑA TARDARÁ EN SALIR DE LA CRISIS MAS DE DOS LEGISLATURAS
En dos legislaturas, y siempre con UNA QUITA DEL 50%.
La solidaridad que da solidez al conjunto europeo fue lo que inspiró la creación de los Fondos de ayuda a Grecia de 350.000 millones , y los Fondos de ayuda a los PIIGS en general, de los que ya se beneficiaron Irlanda,  España, Portugal.
No quedó todo ahí. El Banco Central Europeo, violentó sus Estatutos, para poder comprar Deuda de los países que no pudieran colocarla en el mercado, con lo que abría una vía de grandes pérdidas que podían acabar con su función básica de Banco Central y con la existencia del propio Banco.
Si recordamos el huracán Katrina , nos podemos hacer una idea de lo que los europeos pretendemos : Intentamos contener olas gigantes con sacos de arena mal colocados, con la ilusión de pararlas, aunque sabemos que no servirán para casi nada.
El casi, es lo único que justifica intelectualmente el dinero que se está metiendo en estos salvamentos falsos de países que no pueden atender su Deuda.
Los paquetes de ayuda a España, pretendieron evitar una crisis financiera mundial como la originada por Lehman Brothers.
Como vemos a continuación la solidaridad alemana y francesa es muy interesada.
Los Bancos de Reino Unido, Francia e Inglaterra y EEUU, concedieron a España hasta finales de  2010, a Banca, familias y empresas los siguientes créditos:
Alemania:217.900 millones de euros
Francia : 244.000 ” “
England : 141.700 ” “
EEUU : 186.400 ” “
Resto mundo: 200.600 millones de euros.
Hacen un total de NOVECIENTOS NOVENTA MIL SEISCIENTOS MILLONES DE EUROS.(990.600.000.000), es decir nuestro PIB, más o menos, o con otra referencia, la quiebra de Lehman Brothers, a devolver en un plazo medio aproximado de siete años.
Es sencillamente imposible devolverlos y a lo más que podemos aspirar es a su renegociación con el aval del Estado y la financiación del BCE que sustituya créditos que venzan.
Como decía no hace mucho, en 2016 con los fríos de enero, nos quedaremos helados con el Gobierno todavía ocultando la situación de los Bancos .
Todo se andará y más pronto que tarde se reconocerá que el problema de los Bancos en España es muy grave.
De locos o de inconscientes.
El Bailout o el Default, parecen inevitables cualquier día  tras este periodo político bipartidista corrupto,  que ya no da de sí ni para formar un Gobierno. 
El problema español, como dice la gente seria, es que es demasiado grande para poder resolverlo en el tiempo. Haría falta un siglo. Y no hay pueblo que aguante tranto tiempo.
Y la lógica racional no es entrar en un periodo de ajuste indefinido , sino entrar directamente en default parcial, pues a los Bancos españoles les resulta no sólo difícil sino completamente imposible salir del agujero.
El Estado español de una forma o de otra se  ha puesto en riesgo cubriendo a la Banca más de 476.000 millones de euros, cifra que es algo menor del agujero real de la Banca por culpa del Sector Inmobiliario y los créditos a corruptos especialmente antes de 2012.  El agujero negro financiero español antes o después deberá ser capitalizado por el Estado Español. Si añadimos la deuda real española más cerca del BILLÓN Y MEDIO DE EUROS que que del BILLÓN, 100% del PIB oficial, a finales del 2016 , LA DEUDA PUBLICA ESPAÑOLA MÁS LA GENERADA POR EL AGUJERO BANCARIO, terminará siendo el 200% del PIB ESPAÑOL.
En resumidas cuentas, DOS BILLONES  DE EUROS , que forma parte del gigantesco paquete de DEUDA TOTAL ESPAÑOLA por valor de CUATRO BILLONES DE EUROS , ( 4.000.000.000.000 DE EUROS ) que particulares , empresas , Bancos , Administración Central Española , Comunidades Autónomas , Empresas Públicas , Diputaciones , Cabildos y Ayuntamientos , han endilgado al resto del mundo, por la política monetaria laxa del Banco Central Europeo y de la Reserva Federal Norteamericana , con la connivencia especial del Gobierno de España y de los Gobiernos francés y alemán, que en la práctica dirigen Europa.
A los españoles no se les puede continuar engañando tras DOCE años de mentiras de todo tipo por parte de todos los miembros de  Gobiernos y  Banco de España.
Con reducciones de Gasto, eliminación de Televisiones Autonómicas y cierre de 4000 empresas públicas, que hay que hacerlo también , no se resuelve el problema real que tiene España, que consiste en atender los servicios de una DEUDA DE UN BILLON Y MEDIO DE EUROS  y con un Sistema Fiscal deficitario.
¿Qué tendrá que hacer España? El sacrificio del pueblo español

No sólo debe preocuparnos  la Deuda Soberana de España, UN BILLON Y MEDIO DE EUROS, tras la ayuda recibida, sino LA QUE DEBEN TODOS LOS ACTORES ECONÓMICOS ESPAÑOLES.
Con España , Japón, Estados Unidos y Reino Unido muestran problemas cualitativos similares , mostrando deudas de particulares y empresas muy superiores a los de la Deuda soberana respectiva, con relación a los PIB de cada uno de los países
Pero no podemos compararnos con ellos pues disponen de la capacidad de utilizar polìticas monetarias que pueden ser eficaces.
La Quita del 50% de la Deuda Soberana
La única solución para que los problemas fueran más llevaderos para España es conseguir una QUITA DEL CINCUENTA POR CIENTO (50%) de su DEUDA SOBERANA REAL Y BANCARIA.
Esta es la situación de España, un país con un Gobierno EN FUNCIONES  que se ha echado una manta a la cabeza para desconocer lo que pasa y no afrontar sus obligaciones.
El Plan Brady de quitas sobre las Deudas soberanas, puesto en marcha por EEUU en los años 80 para resolver los problemas de Deuda de México y Sudamérica, sirvió para resolver el problema de forma definitiva.
Diez años se perdieron por intentar resolver los problemas sin hacer quitas. No repitamos nosotros lo mismo.
NOS VA A TOCAR  VOLVER A LA PESETA, PUES  es la única receta económica que tenemos si queremos resolver de verdad EL GIGANTESCO PROBLEMA DEL PARO dentro de  la mayor crisis económica que España ha vivido en toda su Historia 
En dos legislaturas  corregiríamos el paro  si acabamos con la corrupción y el Estado de Partidos CORRUPTO, que requiere una nueva CONSTITUCIÓN.
La libertad y la democracia  corren serio peligro en España si no abordamos la situación económica actual con rigor, sin mentiras, con las personas adecuadas y la eficiencia y urgencia que la situación exige.

Saludos amigos.
Angel Gimeno Marín
Profesor, Economista , Ingeniero Industrial, miembro de Greenpeace
Empresario, Máster en Economía y Alta Dirección,
Ex consejero de Economía y Hacienda.

LA GRAN snifada DE STALIN IGLESIAS Y LA BANDA DE LOS CUATRO.



MOVIMIENTO 7  JAQUES.
POR LA SOBERANÍA Y UNIDAD DE ESPAÑA.ANTI EURO,ANTICASTA VIEJA Y NUEVA,ANTI JDIHAD
LA GRAN BORRACHERA DE STALIN IGLESIAS Y LA BANDA DE LOS CUATRO.
¿Qué medidas económicas defienden los diez partidos aliados de Podemos?
El 40% de los diputados de Podemos viene de diez formaciones regionales: "En Comú", "Compromís", "En Marea"...
Los 69 escaños que sumará el bloque de Podemos en el Congreso de los Diputados integran a 42 diputados vinculados a Podemos pero también a 27 representantes ligados a las coaliciones que la formación morada ha sellado en Galicia, Comunidad Valencia y Cataluña.

Por tanto, aunque se hable de los 69 diputados de Podemos como de un bloque homogéneo, lo cierto es que el 40% de sus representantes viene en realidad de partidos periféricos. Para ser precisos, la lista catalana suma 12 escaños, la valenciana aporta nueve y la gallega supone seis.

Los lectores de Libre Mercado ya saben que el programa económico de Podemos escondía una subida generalizada del IVA al 25%. Además, los de Pablo Iglesias son partidarios de disparar el gasto público en 134.000 millones de euros y de subir los impuestos a razón de 4.000 euros por familia.
Lo que no está tan claro es lo que llevaban en su programa al 20-D los socios regionales de Podemos. ¿Qué medidas económicas defienden estas formaciones? A continuación analizamos las políticas que plantean los diez partidos que aportan 27 de los 69 escaños de Podemos:

Bloc Nacionalista Valencià,
Iniciativa del poble Valencià,
Verds-Equo del País Valencià y
Gent de Compromís,
ANOVA,
Esquerda Unida,
Barcelona en Comú, l
Equo,
Esquerra Unida i Alternativa,
ICV
"En Comú"

Esta lista suma a Barcelona en Comú, la plataforma de Ada Colau, con Equo, Esquerra Unida i Alternativa, ICV y la filial catalana de Podemos. Según su programa, su objetivo económico de partida es "superar las crisis a las que nos han conducido las políticas neoliberales" a base de "favorecer el crecimiento de aquello que debe crecer y el decrecimiento de aquello que se debe reducir o eliminar".

De entrada, plantea la "gestión democrática de la deuda pública", que incluye el "impulso de una auditoría ciudadana de la deuda", asi como la convocatoria de una "Conferencia Europea de la Deuda" pensada para lograr "una reducción y/o reestructuración" del pasivo estatal.

También se habla de "suprimir la reforma del artículo 135 de la Constitución Española", de "constituir una banca pública catalana", de "recuperar el papel de las cajas de ahorro", de "prohibir operaciones nocivas en la bolsa" o de "establecer tasas que graven las transacciones en el mercado continuo".

La coalición articulada alrededor de la figura de Ada Colau también plantea "desvincular el patrimonio familiar en los avales de los préstamos", "prohibir por ley los recortes" o "utilizar tipos de interés progresivos" según la renta de las familias y las empresas.

Hay más. Se plantea la "reapropiación pública de sectores estratégicos como el agua, el gas o la electricidad" así como la "reducción al máximo de los pagos en efectivo", la subida del tipo máximo del IRPF al 50% o la creación "un nuevo Impuesto a la Riqueza".

El programa de "En Comú" incluye otras medidas como las que siguen:

"Aumentos en el gravamen aplicado a la matriculación de barcos de recreo, aeronaves, vehículos, motocicletas...".
"Llevar el impuesto sobre el patróleo y el gasóleo a la media europea".
"Aprobar un nuevo impuesto sobre vertiduos y residuos".
"Crear un tributo sobre sustancias de elevado nivel de preocupación".
"Gravar las actividades que se financien directa o indirectamente del patrimonio natural".
"En Marea"

La coalición "En Marea" integraba a ANOVA, Esquerda Unida y Podemos en Galicia. Su programa viene encabezado por un "plan de rescate ciudadano" que implica las siguientes medidas:

"Derogar la reforma del artículo 135 de la Constitución".
"Auditar y reestructurar la deuda pública".
"Revertir las rebajas aprobadas en pensiones, prestaciones, subsidios y ayudas sociales".
"Eliminar la Ley Estatal de Racionalización y Sostenibilidad de las Administraciones Locales".
"Poner fin a los recortes y a la gestión privada de servicios públicos".
A todo lo anterior se suman los siguientes puntos:

"Renta mínima garantizada".
"Reconocimiento del derecho a una vida digna, incluyendo el acceso garantizado a suministros básicos".
"Reestructuración de la deuda hipotecaria de los hogares".
"Indexación de las pensiones al IPC".
En materia de impuestos, "En Marea" aboga por lo siguiente:

"Elevación de tipos para contribuyentes de mayor capacidad".
"Lucha contra la evasión y la elusión fiscal".
"Supresión de las SICAV".
"Tasa sobre las transacciones financieras internacionales".
"Imposición de nuevos tributos verdes".
"Fin a los acuerdos comerciales de liberalización, sustituidos por tratados asentados en la cooperación".
En el mercado de trabajo, las principales medidas serían las siguientes:

"Derogar la reforma laboral de 2012".
"Aprobación de un nuevo Estatuto de los Trabajadores".
"Jornada de 35 horas semanales".
"Aumento del número de empleados públicos, vía supresión de la tasa de reposición".
"Creación de un Marco Gallego de Relaciones Laborales".
"Elevación del salario mínimo hasta los 1.000 euros mensuales".
"Jubilación voluntaria desde los 60 años y obligatoria a partir de los 65".
"Establecimiento de topes salariales máximos".
"Subida de sueldos entre los empleados públicos, hasta recuperar todo el poder adquisitivo perdido durante la crisis".
Para la vivienda, "En Marea" aboga por recetas como las que siguen:

"Subida del IBI para las viviendas que estén vacías de forma injustificada".
"Conformación de un parque público de viviendas para régimen de alquiler social".
El programa también apuesta por desarrollar "una banca pública ética al servicio de las personas" y por incorporar criterios proteccionistas a la hora de efectuar compras desde entidades públicas (hospitales, colegios, etc.). También habla de "prohibir el fracking" o de "crear un plan estratégico energético gallego".

"Compromís"

En la Comunidad Valenciana, la lista de Compromís une a Podemos con Bloc Nacionalista Valencià, Iniciativa del poble Valencià, Verds-Equo del País Valencià y Gent de Compromís. Su programa enumera más de 1.000 propuestas, si bien la mayoría se queda en vaguedades o llamamientos a un mayor intervencionismo del Estado en la economía.

Destacamos treinta medidas:

"Prohibir la suspensión de suministro energético a viviendas durante periodo invernal".
"Apostar por mecanismos de innovación social como el housing first" (programa consistente en asignar viviendas a personas sin hogar).
"Auditar el proceso de desmantelamiento, mercantilización y privatización de las políticas sociales".
"Plan de Recuperación de Servicios Externalizados".
"Priorizar la educación pública frente a la educación privada o concertada".
"Acabar con la distinción injusta entre trabajadores públicos con contrato fijo y sustitutos".
"Subvencionar la demanda de I+D por parte de las empresas".
"Defensa de productos industriales propios contra la competencia desleal de los extracomunitarios".
"Oposición a la firma de acuerdos comerciales como el TTIP, TISA o CETA y establecimiento de un diálogo con el resto de gobiernos europeos para que actúen del mismo modo".
"Devolver la centralidad a los convenios colectivos".
"Reconocer el papel institucional de los sindicatos".
"Más garantías y mayores indemnizaciones frente al despido".
"Subida del Salario Mínimo Interprofesional a 1.000 euros mensuales".
"Limitación de las Empresas de Trabajo Temporal y exclusión de su actividad en determinados sectores".
"Obligatoriedad de convertir contratos temporales en indefinidos si la actividad supera la anualidad".
"Reducción de la edad máxima para contratos de formación, desde los 25 hasta los 23 años".
"Se restablecerá la obligación de dedicar como mínimo un tercio de la jornada a actividades formativas".
"Se harán limitaciones legales a los Expedientes de Regulación de Empleo (ERE), prohibiéndolos en empresas con beneficios o con directivos qué cobran sueldos notoriamente por encima la media".
"En el ámbito de las administraciones públicas, se promoverá una regulación por la cual se limite la subcontratación a un solo nivel y se prescinda de la subcontrata por el incumplimiento probado de las obligaciones laborales o medioambientales".
"Aumento del presupuesto para políticas activas de empleo hasta el 1,2% del PIB".
"Creación de puestos de trabajo a través de planes de infraestructuras públicas asociadas al nuevo modelo de sostenibilidad".
"Jornada laboral de 35 horas semanales y jubilación generalizada a los 64 años".
"Fomento del año sabático, como mínimo cada quince años de trabajo".
"Reformas legales hacia la eliminación del despido libre".
"Impuesto ambiental por la compra de fitosanitarios".
"Promover una fiscalidad favorable al uso del eco-movilidad. Es necesario establecer unos objetivos exigentes en cuanto a emisiones y grabar tanto el impuesto de matriculación y circulación como el IVA en aquellos vehículos que estén por encima de los objetivos establecidos, beneficiando los que se sitúan por bajo".
"Revisar las exenciones en el Impuesto de Actividades Económicas que disfrutan las empresas".
"Impuesto para grandes fortunas y gravamen a las transacciones financieras especulativas, siguiendo el modelo de la Tasa Tobin".
"Recuperación del impuesto de sucesiones y donaciones".
angel gimeno marín

sábado, 18 de mayo de 2013

"LA RESISTENCIA" EL MOVIMIENTO DE MOVIMIENTOS QUE REVOLUCIONA ESPAÑA


Europe: un livre et un sondage (I)
16 mai 2013

Cette semaine du 13 au 19 mai 2013 aura donc été marquée par des événements très différents comme la sortie du livre dirigé par Cédric Durand En finir avec l’Europe[1] et la publication du rapport du PEW Research Center sur la représentation de l’Europe par les européens. La tentation de lier ces deux événements était forte, et j’y ai succombé. L’analyse de l’ouvrage permet de comprendre les résultats du sondage. Il les éclaire et montre que la construction européenne, sous la forme que nous lui connaissons, a atteint un point de blocage qui ne pourra être dépassé dans un proche avenir. La question qui est aujourd’hui posée est de savoir si nous aurons le bon sens de la démonter, au moins en partie, de manière coordonnée ou si elle éclatera sous le coup de la colère des peuples.
 
  Un livre important.
 
Ce livre est important à plusieurs titres même si son contenu est loin d’être original et même si certaines de ses thèses appellent une forte critique. Un certain nombre de textes ont été publiés en anglais auparavant[2]. Tout d’abord en ceci qu’il constitue la première tentative raisonnée de ce que l’on appelle la « gauche de la gauche » de s’attaquer au mythe européen. Aucun des auteurs de ce livre collectif ne peut être suspecté de tendresse particulière pour des courants nationalistes. Ensuite par ce qu’il est rédigé par 6 universitaires bien insérés dans leurs institutions respectives, et qui montre que sur ce sujet une coopération internationale est possible. On retrouve, dans la liste des auteurs, trois enseignants dans de prestigieuses universités britanniques, deux enseignants travaillant en France et un directeur de l’institut Max Planck de Cologne. Bref, il sera difficile pour leurs contradicteurs de considérer ces auteurs comme des « marginaux ». La dimension universitaire des auteurs apporte ici un élément de crédibilité que l’on pouvait considérer comme manquant, à tort ou à raison, dans d’autres sources. De ce point de vue, il marque une montée en puissance de la critique de l’idée européenne par rapport au livre, fort utile par ailleurs, d’Aurélien Bernier Désobéissons à l’Union européenne[3]. Enfin, parce qu’il propose une approche de l’Union Européenne à travers plusieurs cadres disciplinaires. On y retrouve, bien entendu, l’économie, avec les contributions de Cédric Durand et de Costas Lapavitsas, mais aussi les sciences politiques avec Stathis Kouvelakis, la sociologie avec Wolgang Streek et Razmig Keucheyan enfin l’anthropologie avec Dimitris Dalakoglu.
 
L’analyse du projet européen et de ses manifestations.
D’emblée, la longue introduction de Cédric Durand (p.7 à p.47) donne le ton. Après avoir analysé les conditions d’émergence du projet européen à la fin de la seconde guerre mondiale, il montre qu’il correspondait pour partie à un projet américain[4], en particulier avec la figure de Paul Hoffman, administrateur du Plan Marshall mais aussi de Jean Monnet[5] qui fut le représentant de ces intérêts. Durand convoque alors deux auteurs marxistes des années 1970, Enest Mandel et Nicos Poulantzas pour analyser la dynamique de la construction européenne. Au déterminisme économique qui pousse Mandel à voir dans le marché commun une nécessité inévitable répond le souci de l’autonomie du niveau politique de Poulantzas. Ce dernier comprend que la distinction « centre-périphérie » fonctionne aussi en Europe, pour peu que l’on accepte d’élargir le cadre initial des 6 pays fondateurs du traité de Rome. Surtout, par une référence inattendue mais parfaitement justifiée à Lénine, il montre le caractère nécessairement réactionnaire que prend le projet intégrateur européen, dans la mesure où il organise en réalité une « mise à distance » des institutions et des politiques par rapport aux peuples. Cette intuition a été entièrement justifiée par la trajectoire de la construction européenne. Il faut ici rappeler le court mais très éclairant livre de François Denort et d’Antoine Schwartz : L’Europe sociale n’aura pas lieu[6]. Ce livre montre bien les fondements profondément réactionnaires de la construction européenne telle qu’elle fut mise en œuvre. On pourrait ajouter que l’impossible synchronisation des rythmes politiques entre les différents pays, un phénomène qui ne peut que s’accroître avec l’élargissement de l’UE, accroît cette mise à distance. La référence à un texte de 1939 de von Hayek est ici intéressante, mais elle escamote aussi une partie de la critique hayeckienne des institutions européennes. En fait, Hayek va passer d’une position à l’autre, défendant l’idée fédérale justement en raison de la « mise à distance » des institutions qu’elle implique[7], mais aussi critiquant férocement le « constructivisme » de ces mêmes institutions européennes. Ce constructivisme s’exprime dans l’Euro bien entendu, et les critiques de C. Durand ici redoublent de virulence à juste titre. Il convient alors lire le chapitre écrit par Costas Lapavitsas (p. 71 à p. 87) sur une critique argumentée de l’Euro, analysé comme un élément clef de la financiarisation des économies européennes. Ayant moi-même beaucoup écrit sur cette question je n’épiloguerai pas[8], me contentant de remarquer que toutes les critiques sont justes et sont même renforcées par l’évolution de ces derniers mois.
L’idéologie européenne à l’épreuve.
Ceci nous conduit au terme « européisme », qui fut avancé la première fois par Hubert Védrine à la suite du rejet du traité constitutionnel européen en 2005[9], que j’avais repris dans mon article de 2006, et qui est développé dans le chapitre de Stathis Kouvelakis (p.49 à p.59).  Il faut alors savoir ce que l’on appelle « européisme ». Tout projet est, bien entendu, lié à des représentations du monde et le projet de construction européenne n’échappe pas à cette règle. Il n’y a là rien d’anormal. Mais, ces dernières peuvent s’avérer un obstacle pour voir la réalité, créant un monde imaginaire qui vient se substituer au monde réel jusqu’à ce qu’un événement particulièrement violent contraigne à devoir les reconsidérer. Cette substitution d’un monde imaginaire au monde réel à commencé à se développer à partir du vote de l’Acte Unique européen, en 1986 et a fonctionné comme une idéologie, autrement dit un voile entre la réalité et les acteurs, à partir du traité de Maastricht en 1992. Telle est l’une des thèses de Stathis Kouvelakis. Cet auteur reprend l’idée de la « mise à distance » des institutions du contrôle démocratique qu’il fonde sur l’argumentation de Perry Anderson, un historien et sociologue britannique de renom[10]. En fait, Kouvelakis va se référer à un ouvrage relativement récent d’Anderson[11] pour argumenter « qu’une mise à distance de toute forme de contrôle démocratique et de responsabilité devant les peuples est un principe constitutif du réseau complexe d’agences technocratiques et autres collèges d’experts qui forme la colonne vertébrale des institutions de l’UE. Ce qu’on a appelé par euphémisme le « déficit de démocratie » est en fait un déni de démocratie »[12]. Ceci rejoint une thèse qui n’est pas étrangère aux lecteurs  de ce carnet, que j’avais commencée à développer dans un ouvrage de 2002[13], et que j’ai continué à explorer sur ce carnet[14]. On voit bien comment la constitution de la représentation de la construction européenne en une idéologie s’est accompagnée du ralliement à la vision de la démocratie purement procédurale que l’on retrouve chez Hans Kelsen[15].
Kouvelakis soulève alors la question de savoir si l’Euro, comme projet mais aussi comme réalité, n’est pas en réalité trop grand pour l’Europe (p. 52). Il est exact qu’une telle monnaie apparaît comme devant, en théorie, s’opposer directement au Dollar des États-Unis. C’est même l’un des arguments les plus fréquemment avancés par les défenseurs à tout prix de l’Euro. En fait, et Kouvelakis le montre fort bien, il n’y a pas de volonté ni de réalité dans la « puissance » européenne. Celle-ci est fondamentalement faible du côté de l’État et ne cesse d’affaiblir les États membres au profit de la concurrence et du marché. La progression du Dollar au sein des réserves des banques centrales a d’ailleurs été concomitante avec la création de l’Euro. Il aurait aussi fallu que l’Europe, ou du moins la zone Euro, se protège de la finance internationale. Il est patent qu’il n’en fut rien et de l’UE a très souvent devancé le mouvement de déréglementation international dans le domaine financier. L’idée d’un Euro constitué comme un « anti-Dollar » s’effondre devant les faits. Ceci conduit Kouvelakis à évoquer le « côté obscur de l’européisme » (p. 57), c’est-à-dire la remontée des vieux stéréotypes racistes vis-à-vis des populations de l’Europe du Sud, revivifiés par la bonne conscience des pays d’Europe du Nord. C’est là aussi un fait incontestable, qui aurait cependant mérité d’être plus développé. La monnaie unique, créée dans l’espoir, assurément chimérique, de promouvoir la paix sur le continent européen propage en réalité le conflit et la violence. C’est l’Euro qui est directement responsable de la montée d’un sentiment anti-allemand en Europe, et c’est d’ailleurs l’un des arguments avancés par le parti « anti-Euro » en Allemagne, Alternativ für Deutschland, pour demander la dissolution de la zone Euro. Il ne pouvait en être autrement dans la mesure ou, organisant une concurrence entre pays avec des dotations tant en capital qu’en travail qui étaient très inégales, l’Euro devait produire un phénomène massif de divergence et non de convergence[16].
Souveraineté du marché et césarisme
La contribution de Wolfgang Streeck insiste quant à elle sur la substitution progressive d’une souveraineté du marché à la souveraineté démocratique dans le cadre de l’Union européenne. Ceci a été rendu possible par le « sédatif » constitué par le développement d’une consommation à crédit elle-même liée au blocage des revenus du médian le plus pauvre de la population. Ce « Pumpkapilasmus » est arrivé à son terme en Europe en 2010/2011, après avoir profité essentiellement aux couches basses et moyennes des classes moyennes. Mais, il a permis de procéder à cette substitution partielle sans réelle opposition politique, sauf en France et aux Pays-Bas, comme on a pu le constater avec le rejet du projet de traité constitutionnel en 2005. De fait, la seule solution possible sans le « Pumpkapitalismus » aurait été des dévaluations régulières.
La contribution à quatre main de Cédric Durand et Razmig Keucheyan est certainement la plus stimulante, mais c’est aussi celle qui soulève le plus de questions. Il s’agit d’une tentative de lire le projet européen comme une application du « césarisme bureaucratique » défini par Antonio Gramsci dans ses Cahiers de Prison. Le concept, présenté en deux pages (p. 89 et 90), est certainement prometteur. Il permet de rendre compte du processus d’autonomisation d’une bureaucratie (au sens wéberien) dans le cadre de l’Union européenne. Mais, ce concept, rappelons le, est fondé sur une analyse de la fragmentation et de l’inachèvement de l’État italien. Cet inachèvement traduit la réussite du projet piémontais d’unité à bas bruit, avec certes des guerres étrangères, mais faisant l’économie d’une guerre civile majeure en Italie, ce qui explique la faiblesse de la légitimité de l’État dans certaines périphéries (Sicile et mezzogiorno) et la persistance de formes institutionnelles et d’organisation du pouvoir antinomique avec l’État comme la maffia (dans ses diverses formes). Or, il n’y a pas de royaume du Piémont-Sardaigne en Europe. Au contraire, nous trouvons des États dont la construction sociale pour certains est ancienne. Là ou la bureaucratie piémontaise pouvait s’adosser à un appareil d’État, quitte à coopter dans le sud certains de ses membres, la bureaucratie européenne, ou « Bruxelles », souffre d’un manque de crédibilité. Elle n’est forte que dans la mesure où les élites des pays de l’UE veulent la croire forte. Mais, comme au Poker, qu’un pays demande à « voir les cartes » et cette bureaucratie sera réduite à sa plus simple expression. On voit immédiatement les limites de la métaphore. Le raisonnement des deux auteurs se poursuit sur une réflexion quant à la nature des sociétés. Ici, la référence manquante à l’évidence est celle de Guizot[17], historien et homme politique du XIXème siècle, avec son idée d’un compromis permanent entre « classes » fondé sur la construction d’espaces de souveraineté. Il faut ici rappeler la citation :
«Le troisième grand résultat de l’affranchissement des communes, c’est la lutte des classes, lutte qui emplit l’histoire moderne. L’Europe moderne est née de la lutte des diverses classes de la société. Ailleurs, Messieurs, et je l’ai déjà fait pressentir, cette lutte a amené des résultats bien différents. En Asie, par exemple, une classe a complètement triomphé et le régime des castes a succédé à celui des classes, et la société est tombée dans l’immobilité. Rien de tel, grâce à Dieu, n’est arrivé en Europe. Aucune des classes n’a pu vaincre ni assujettir les autres ; la lutte, au lieu de devenir un principe d’immobilité, a été une cause de progrès ; les rapports des diverses classes entre elles, la nécessité où elles se sont trouvées de se combattre et de se céder tour à tour, la variété de leurs intérêts et de leurs passions, le besoin de se vaincre sans pouvoir en venir à bout, de là est sorti peut être le plus énergique, le plus fécond principe de développement de la civilisation européenne »[18].
Ce que Guizot affirme, c’est non seulement la nécessité de la lutte comme principe d’engendrement des institutions, mais aussi un lien circulaire entre une institution de souveraineté, la commune bourgeoise, et le principe de la lutte des classes. La première partie de la citation doit alors être comprise de la manière suivante : sans les garanties que leur donnait la commune, jamais les bourgeois n’auraient osé franchir le seuil qualitatif de la lutte pour les institutions de la société dans son ensemble. En d’autres termes, il n’est de possibilité d’expression des intérêts que par la conquête d’espaces de souveraineté. En ce sens, il est incohérent de se dire opposé au libéralisme économique et à son hypothèse de l’individu autosuffisant sans reconnaître l’importance de l’État-Nation. Si nos comportements sont effectivement liés aux règles produites par les systèmes institutionnels dans lesquels nous vivons, et si l’évolution de ces systèmes est le produit des conflits sociaux – la « lutte des classes » chez Guizot – et du développement d’espaces de souveraineté, on ne peut pas faire comme si l’histoire accumulée de ces luttes et des espaces au sein desquelles elles se sont déroulées n’avait pas d’importance. Ce n’est donc probablement pas un hasard si cette référence est absente du livre.
Au-delà de ces faiblesses, qui auront leur importance quand viendra l’heure de la conclusion, un des arguments forts de Cédric Durand et Razmig Keucheyan est l’analyse de l’éclatement du bloc historique sur lequel a été construite l’Union européenne dans les divers pays, ce qui conduit à la profonde crise politique que nous connaissons aujourd’hui, mais aussi à la décomposition de l’idéologie « européiste » analysée par Wolfgang Streeck.
Violence institutionnelle et privatisation de la violence
La contribution de Dimitris Dalakoglu porte sur le processus de violence institutionnelle mais aussi de privatisation de la violence à partir de l’exemple grec. Il montre comment le renforcement des moyens institutionnels de violence (qu’elle soit physique ou non) va de pair avec la violence de bandes armées, qui opèrent en synergie avec cette violence institutionnelle. En fait, on a la description d’une situation ou des formes de régulation sociale de type fasciste seraient progressivement introduite mais sans parti fasciste, et par l’entremise des partis traditionnels de l’arc dit « démocratique ». Cette situation a ses racines dans l’histoire de la Grèce, que ce soit celle de la période des années trente ou de la guerre civile. Elle est donc, en un sens, spécifique. Mais, on doit aussi de demander jusqu’à quel point la Grèce n’est pas aujourd’hui un terrain d’essais pour la mise en œuvre de formes particulièrement brutale de répression. Et ceci, en un sens, rappelle certains ouvrages de politique-fiction datant du début de la construction européenne, qui décrivaient la dérive fascisante d’une Europe intégrée[19].
Les problèmes qui restent en suspens.
La conclusion, elle aussi écrite par Cédric Durand, reprend et synthétise les différents arguments présentés dans le livre. Signalons un premier point de désaccord, mineur en réalité : ce n’est pas depuis 2010 que l’Union européenne a basculé vers le versant obscur (p. 132), celui d’une dérive de plus en plus anti-sociale et anti-démocratique : c’est depuis 2005. Le refus de prendre en compte le « non » exprimé dans les référendums en France et aux Pays-Bas constitue bien LE tournant dans la construction européenne. Durand analyse ensuite les effets, tant immédiats que dynamiques des dévaluations internes que l’on cherche à mettre en œuvre en Europe du Sud, et l’on partage très largement le constat d’un désastre total. Mais, dans les pages suivantes (p. 138 et 139) il se livre à une attaque contre le souverainisme qui ruine en partie les éléments positifs antérieurs. De quoi s’agit-il ? À la page 138 Cédric Durand écrit : « C’est dans cette impasse politique que se glisse la réponse souverainiste ou nationaliste ». Outre que le souverainisme et le nationalisme ne sont pas la même chose, on voit bien que c’est une vision très idéologique de ce que l’on appelle « souverainisme ». Elle revient à associer la droite (au sens politique) avec le souverainisme. Or, nous avons vu à travers la citation de François Guizot qui a été donnée plus haut que la constitution d’espaces de souveraineté était une condition indispensable de la construction d’institutions légitimes. Plus généralement, la souveraineté est la pre-condition de la démocratie. Si nous pouvons avoir des États souverains qui ne sont pas démocratiques nul n’a jamais vu de démocratie dans des États non souverains. Plus loin, il écrit aussi : « L’abandon de l’Euro est présenté comme LA solution : le réajustement des taux de change est censé résorber les différences de compétitivité et favoriser le redémarrage de l’activité ». Ici aussi, on tombe dans la caricature. Aucun économiste sérieux, de droite comme de gauche, ne dira qu’une seule mesure peut être la solution totale à des problèmes complexes. Mais, il faut regarder quel serait l’effet d’une sortie de l’Euro et d’une dévaluation sur ces problèmes et, dans le cas de la France, de l’Italie, du Portugal ou de la Grèce, l’effet d’une telle mesure serait incontestablement positif. Les élasticités-prix le montrent. Avec les collègues qui défendent cette position, nous avons toujours pris soin d’ajouter que la dévaluation devrait être nécessairement accompagnée d’autres mesures pour donner son plein effet. Bref, si personne n’a jamais affirmé qu’une dévaluation règlerait comme par enchantement la totalité des problèmes, il y a de sérieuses raisons de penser qu’elle inverserait la pente fatale sur laquelle nous sommes, et que Cédric Durand, par ailleurs, décrit fort bien.
En réalité, le refus de poser la question du souverainisme et de la souveraineté aboutit à nier le fait que l’action politique soit un processus séquentiel. Or, c’est l’essence même du raisonnement en politique économique. La sortie de la zone Euro et la dévaluation devraient être accompagnées de mesures, pour certaines immédiates (on pense au contrôle des capitaux) et pour d’autres plus inscrites dans la durée. Ces mesures ne peuvent être prises simultanément ; il faut un levier pour mettre en place un nouveau processus, et c’est très exactement le rôle d’une sortie l’Euro. Mais, surtout, parce que l’Euro est aujourd’hui la clef de voûte du processus de libéralisation financière et de financiarisation des économies européennes, rompre avec la monnaie unique impliquerait mécaniquement des ruptures en chaîne avec ces processus.
Très curieusement, ici, Cédric Durand pourrait être la cible de critiques adressées d’habitude à la théorie néoclassique. On a le sentiment qu’il méconnaît la notion de processus et se déplace dans un univers où le temps court comme le temps long seraient équivalents. Pour lire d’autres textes de Cédric Durand, il est clair que ce n’est pas ainsi qu’il raisonne, sauf semble-t-il sur la question de l’Euro. Ce dérapage est significatif. En ne reconnaissant pas la place centrale de la souveraineté dans le processus de construction d’institutions, en imaginant que ces institutions pourraient surgir « toute armée » d’on ne sait quel cerveau, nous avons en réalité une refiguration de l’absence du temps au sein de la théorie néoclassique. La nécessité de l’action séquentielle était bien comprise des grands révolutionnaires, qui ont su la mettre en œuvre. Par cette erreur théorique, Cédric Durand désarme ceux qui voudraient lutter contre cette Europe dont, par ailleurs, lui et ses collègues ont si bien et de manière si convaincante décrit la nocivité.
Mais il y a pire. À la page 139 il écrit : « Quant à l’ambition de la reconquête de l’indépendance nationale, c’est une chimère ». Tout d’abord, on voudrait comprendre pourquoi ce qui est possible en Argentine et en Corée du sud ne le serait pas pour la France, l’Italie ou l’Espagne, ou même la Grèce. Ensuite, il y a une contradiction entre cette affirmation et celle de la page 148 ou il dit, fort justement, qu’il faut lever l’hypothèque du Libre-Échange. Lever l’hypothèque ne peut avoir qu’un sens, celui de mesures protectionnistes, qui bien entendu vont dans le sens d’une reconquête de l’indépendance nationale. Assurément, indépendance ne veut pas dire splendide isolement. Mais la sous-estimation des marges de manœuvre des États-Nations est ici flagrante et nullement argumentée ni justifiée.
L’esquive de la question du pouvoir.
Le plus désastreux, dans un texte qui contient bien des passages forts justes et utiles est ce fragment, toujours à la page 139 : « Le principal enseignement est sans doute que l’Europe n’est pas la question principale pour les gauches sociales et politiques. Leur problème n’est pas de prendre en charge une solution pour l’UE. L’essentiel est de repartir de ce qui est premier dans la crise économique – le chômage de masse ». Il y a deux manière de comprendre Cédric Durand. La première est de prendre cette affirmation comme un constat, quitte à le déplorer. La seconde est de dire qu’il s’agit d’une perspective programmatique. Mais, dans les deux cas, cela aboutit à esquiver la question du politique, et en dernière analyse la question du pouvoir. Cela désarme les personnes à qui l’on a expliqué, et fort bien par ailleurs, les désastres de l’Europe actuelle. On ne trouvera donc aucune indication sur la possibilité d’une nouveau bloc historique qui pourrait justement porter et une sortie de l’Euro, au niveau national, et une reconfiguration majeure des institutions européennes au niveau international. Avouons que c’est un comble pour un auteur qui se réclame de Gramsci ! mais, ce n’est pas parce que Cédric Durand refuse de considérer un problème que ce dernier n’existe pas. Le « bloc historique » qui pourrait porter une telle politique est en réalité en voie de constitution. Ce qui n’est pas tranché est de savoir s’il sera hégémonisé par des forces représentant une gauche véritable ou s’il sera hégémonisé par une droite populiste aux tendances bonapartistes. La question n’est, pour l’heure, pas tranchée. Mais ce n’est pas avec ce type de position que l’on a une chance de voir émerger un projet politique capable de contester à la droite populiste sa possible hégémonie. Et c’est peut-être là le plus grave, car le retard pris actuellement sera très dur à rattraper.
 
En tout état de cause, il faut lire ce livre, pour les choses extrêmement positives qu’il contient mais aussi pour les choses plus négatives, pour en mesurer l’impact et chercher à les corriger. Car, en dépit des points que l’on ne peut partager, il n’en reste pas moins que cet ouvrage présente la première tentative pluridisciplinaire pour penser l’Europe de manière réaliste et non de celle des bisounours que l’on trouve d’habitude au sein du PS et d’une partie du Front de Gauche.




[1] C. Durand (sous la direction de), En Finir avec l’Europe, Paris, La Fabrique, mai 2013.
[2] En particulier dans l’excellent C. Lapavitsas (sous la direction de) Crisis in the Eurozone, Londres, Verso, 2012 et dans la New Left Review numéro de septembre 2011.
[3] A. Bernier, Désobéissons à l’Union européenne, Paris, Mille et une nuit, 2011.
[4] Mais pour partie seulement, et Durand le montre sans pousser cependant ses recherches et ses références, car il a existé un courant idéologique européen avant la première guerre mondiale et surtout après, poussant à l’intégration européenne pour mettre fin aux conflits qui ensanglantaient l’Europe.
[5] Ce qui fut déjà analysé par J-P. Chevènement La faute de M. Monnet, Paris, Fayard, 2006.
[6] F. Denort et A. Schwartz : L’Europe sociale n’aura pas lieu, Paris, Liber, coll. Raisons d’agir, 2009.
[7] R. Bellamy, “Dethroning Politics: Liberalism, Constitutionalism and Democracy in the Thought of F.A. Hayek”, in British Journal of Political Science, vol. 24, part. 4, Octobre 1994, pp. 419-441.
[8] J. Sapir, « La Crise de l’Euro : erreurs et impasses de l’Européisme » in Perspectives Républicaines, n°2, Juin 2006, pp. 69-84. Idem, « The social roots of the financial crisis : implications for Europe » in C. Degryze, (ed), Social Developments in the European Union : 2008, ETUI, Bruxelles, 2009. Idem, Faut-il sortir de l’euro ? Paris, Le seuil, 2012.
[9] H. Védrine, « Sortir du dogme européiste », Le Monde, 9 juin 2005.
[10] P. Anderson, Lineages of the Absolutist State, Londres: New Left Books , 1974.
[11] P. Anderson Le nouveau vieux monde, Marseille, Agone, 2011 (en anglais The New Old World (2009) London: Verso)
[12] C. Durand (sous la direction de), En Finir avec l’Europe, op.cit., p. 51.
[13] J. Sapir, Les économistes contre la démocratie, Paris, Albin Michel, 2002.
[14] Voir Jacques Sapir, “(IV) Ordre démocratique, entre dictature, tyrannie et rébellion légitime”, billet publié sur le carnet Russeurope le 30/01/2013, URL: http://russeurope.hypotheses.org/799
[15] H. Kelsen, Théorie générale des normes, PUF, Paris, 1996, Paris, traduction d’Olivier Beaud
[16] J’ai évoqué cela sous le nom d’euro-divergence dans J. Sapir, « From Financial Crisis to Turning Point. How the US ‘Subprime Crisis’ turned into a worldwide One and Will Change the World Economy » in Internationale Politik und Gesellschaft, n°1/2009, pp. 27-44.
[17] F. Guizot, Histoire de la civilisation en Europe, rééd. du texte de 1828 avec une présentation de P. Rosanvallon, Paris, Hachette, coll. « Pluriel », 1985.
[18] Idem, p. 182.
[19] On pense à A. Mitchell, The Bodyguard, Londres, Jonhatan Cape, 1970.


Europe: un livre, un sondage (II)
18 mai 2013

On poursuit ici la note, dont la première partie portant sur la présentation et la critique du livre dirigé par M. Cédric Durand a été installée le 16 mai. Cette deuxième partie est consacrée à l’analyse du sondage réalisé par le PEW Research Center[1]. Ce dernier concerne 8 pays (Allemagne, Royaume-Uni, France, Italie, Espagne, Grèce, Pologne et République Tchèque). Il est réalisé tous les ans depuis l’été 2002, à l’exception de 2009 ou deux sondages furent réalisés (printemps et automne). La Grèce a été introduite dans l’échantillon en 2012. Ce sondage est basé sur des échantillons nationaux constitué par un processus aléatoire, avec des quotas pour le sexe, l’age et l’activité, et des règles de stratification par régions et lieux de résidences (urbain/rural). Ce sondage a été réalisé du 3 mars au 23 mars 2013 et la marge d’erreur moyenne est de 3,6% en moyenne.
 
II. Un sondage significatif.
La grande étude que le PEW Research Center vient de publier sur les sentiments des populations dans les principaux pays de l’Union européenne concernant l’avenir de l’UE, montre l’existence d’un désillusion croissante vis-à-vis de l’Union européenne. Cependant, une des principales conclusion, et certainement celle qui a le plus d’implication d’un point de vue politique, porte sur l’émergence d’une déchirure entre la France et l’Allemagne. Ceci permet de relativiser l’importance des initiatives proposées par le Président François Hollande lors de sa conférence de presse du 16 mai dernier. La proposition concernant un renforcement de qui est appelé, d’ailleurs de manière inexacte, le « gouvernement économique de l’Europe » va à l’encontre de l’opinion exprimée dans ce sondage par les populations des 8 pays concernés à propos de l’intégration économique dans l’Union européenne. Elle impliquerait par ailleurs une forte synchronisation des opinions publiques en Allemagne et en France, ce qui est démenti justement par les résultats du sondage.
L’Union européenne est-elle « l’homme malade de l’Europe » ?
Le titre de cette étude est en un sens provocateur. Mais il met le doigt sur une évidence. Non seulement l’Union européenne est à l’évidence durement affectée par la crise économique actuelle, mais en son sein, le noyau que prétendait constituer la Zone Euro est encore plus malade. Les résultats des pays européens industrialisés n’appartenant pas à la Zone Euro, soit le Royaume-Uni, la Norvège, la Suède et la Suisse montrent des résultats qui vont du légèrement meilleur (cas du Royaume uni) au très supérieur (cas de la Norvège, de la Suède et de la Suisse). Une comparaison internationale excluant les pays émergents souligne d’ailleurs le fait qu’à l’exception du Japon les grands pays industrialisés ont connu depuis 2000 une croissance nettement supérieure à celle des trois principales économies de la Zone Euro, soit l’Allemagne, la France et l’Italie.
Graphique 1
 
Source : FMI, Global Outlook, Base de données mise à jour en avril 2013.
 
Ce sondage met donc en avant l’impact catastrophique de la crise de l’Euro, que d’aucuns affectent de croire « derrière nous » sur l’opinion que l’on peut avoir de l’UE : « The European Union is the new sick man of Europe. The effort over the past half century to create a more united Europe is now the principal casualty of the euro crisis. The European project now stands in disrepute across much of Europe »[2].
On peut épiloguer sur le fait que la crise de l’Euro, dont la phase « ouverte » a débuté au printemps 2010 a, en réalité, révélé et non créé cette situation. En réalité, le phénomène d’«eurodivergence » était patent bien avant cette crise, et même dès avant la crise financière mondiale de 2007-2008[3]. Cette « eurodivergence » n’affectait pas seulement les grands indicateurs comme la production, l’investissement et l’épargne, mais concernait aussi les dynamiques d’inflation que le passage à la monnaie unique n’avaient nullement harmonisées[4]. La Zone Euro apparaissait ainsi, en raison des institutions mêmes qui avaient été mises en place, comme une zone de faible croissance à l’échelle internationale[5].
On peut aussi soutenir que la logique même de la construction européenne, depuis « l’Acte Unique » était porteuse de ce résultat, comme l’affirment de manière convaincante les auteurs de En Finir Avec L’Europe[6]. Mais, le constat tiré par le PEW Research Center a valeur de symbole. On voit bien ici comment se creuse un écart toujours pus important entre les réponses des hommes (et femmes) politiques, comme lors de la conférence de presse du Président François Hollande du 16 mais, et les représentations des populations. De ce point de vue, il n’est donc pas étonnant qu’une majorité des personnes auxquelles on avait demandé leur opinion à la suite de conférence de presse a répondu qu’elle n’avait pas été convaincue par les propos du chef de l’État.
Une perte de confiance dans l’UE.
La perte de confiance dans l’Union européenne et ses institutions est très claire dans les réponses des personnes interrogées dans le cadre du sondage réalisé par le PEW Research Center. Sur 4 questions posées, la progression des réponses négatives est impressionnante depuis 2007. Il n’est pas surprenant que ce soit à la question sur la situation économique de chaque pays que l’on observe le plus de réponses négatives. En 2013 il n’y avait que 15% des personnes interrogées pour considérer que la situation économique de leur pays était bonne. Mais, ceci a une conséquence immédiate sur la perception de l’Union européenne, qui n’est vue de manière positive que par 46% des personnes interrogées (il y avait 68% de réponses positives en 2007).
Tableau 1
 
Si l’on détaille les résultats par pays, on obtient des résultats encore plus spectaculaires dans certains pays. Si, à l’évidence, les Allemands sont contents de la situation de leur économie (situation construite, il faut le rappeler, au détriment de celle de leurs voisins) il n’en va pas de même pour les Grecs (1%), les Italiens (3%), les Espagnols (4%) et les Français (9%).
Tableau 2
 
 
De la même manière, l’intégration économique, qui reste l’objectif affiché par la plupart des dirigeants de l’UE, n’est vue positivement que par 29% des réponses. Ce résultat, comparé à celui de 2009 (43%) montre une érosion de plus d’un tiers du pourcentage des personnes dans les dernières années, ce qui est véritablement impressionnant. Ici encore, la désagrégation des données apporte des enseignements intéressants. On en aura une idée en regardant le tableau suivant portant sur l’évolution des réactions en 2012 et 2013. Ceci est important dans la mesure où, justement, les gouvernements de certains des pays de l’Union européenne voient dans un approfondissement de cette intégration une « solution » à la crise. Jamais la divergence entre l’opinion des populations et celle de leurs représentants n’aura été à ce point divergente. Outre ce que cela indique sur la coupure des élites politiques par rapport aux populations qu’elles sont censées représenter, des chiffres avec de tels ordres de grandeur posent à l’évidence le problème de la légitimité de ces dites élites dans un processus démocratique. De ce point de vue, on comprend sans nullement l’approuver ni encore moins  la justifier, la tentation du « césarisme bureaucratique » qu’éprouvent les élites politiques dans l’Union européenne comme l’on décrit les auteurs de En Finir avec l’Europe et en particulier par Cédric Durand et Razmig Keucheyan [7].
Tableau 3
 
 
La chute de la perception favorable de l’intégration économique est la plus importante dans la dernière année en France (-14%) suivie par l’Italie et l’Espagne. Mais, même en Pologne, pays pourtant réputé pour son opinion « pro-européenne », on assiste à une baisse significative des opinions favorables. L’attitude vis-à-vis de l’UE est positive dans 3 pays sur 8, en Allemagne (ce qui n’est pas étonnant) en Pologne, mais aussi en Italie. Ceci traduit le traditionnel manque de confiance des Italiens dans leur propre État, ce qui est la conséquence de la faible légitimité de celui-ci, mais aussi de l’élite politique qui y est associée. C’est un problème structurel dans ce pays, qui a trouvé aussi son expression dans le Movimente 5 Stella de Beppe Grillo aux dernières élections. De ce point de vue on retrouve ici un écho de thèses « gramsciennes » développées dans En Finir avec l’Europe par Cédric Durand et Razmig Keucheyan[8]. Il est clair que le Movimente 5 Stella représente à la fois une forme de la recomposition de l’espace politique italien et la possibilité de constitution d’un bloc historique alternatif à le décomposition des blocs historiques qui avaient été dominants dans les pays de l’Union Européenne depuis les années 1990[9].
Le fossé franco-allemand : la fin du binôme ?
Un second point sur lequel le rapport apporte des éléments intéressants est le constat qu’un fossé se creuse entre Français et Allemands. Le point est capital quand on pense à ce que le « moteur » franco-allemand a représenté sans le passé comme force d’initiative à l’échelle européenne. On peut assurément penser que ceci a été en partie le fruit d’une représentation soigneusement mise en scène. Néanmoins, cette représentation a eu aussi des aspects de réalité et l’influence conjointe de ces deux pays, l’Allemagne et la France, au sein des institutions européennes n’est pas niable. Ce fossé apparaît clairement dans le tableau 4.
Tableau 4
 
 
Ici encore, il est intéressant de comparer ces résultats à ceux fournis par les pays dits du « sud » de l’Europe. On constate, ici encore, qu’à l’exception de l’Italie (et cette exception ne porte en réalité que sur la perception politique de l’UE), les avis des personnes interrogées sont très négatifs et rejoignent, voire devancent, les résultats du sondage pour ce qui concerne la France.
Tableau 5
 


 
Ceci soulève la question de savoir si la France n’est pas engagée sur une trajectoire qui deviendrait similaire à celle de ces pays du « Sud ». Si tel était le cas, cela signifierait la fin du binôme, déjà fortement déséquilibré, entre la France et l’Allemagne sur l’Union européenne. Il est certes clair que ces sondages sont le reflet des représentations des populations mais aussi de la nature des questions posées dans le sondage. Mais, en l’occurrence, ceci ne change rien à l’affaire. Si les Français se considèrent, explicitement ou implicitement, comme des « européens du Sud », s’ils partagent avec les Espagnols, les Grecs, et dans une moindre mesure avec les Italiens, une vision très négative de la politique allemande et de l’intégration économique européenne, alors c’est folie, et même folie furieuse, que de vouloir à tout prix renforcer le binôme franco-allemand. Telle est certainement la conclusion le plus importante que l’on peut tirer du rapport du PEW Research center. Ces résultats posent aussi le problème de la constitution potentielle d’un « bloc » des pays de l’Europe du Sud. En apparence ceci fait sens. On aurait une convergence des opinions publiques face à l’Allemagne dans des pays représentants une fraction importante du PIB et de la population de l’Union européenne comme de la Zone Euro. Cette convergence pourrait alors devenir le prétexte à la constitution d’un « Euro du Sud » dans le cadre d’une partition de la Zone Euro. Néanmoins, cette idée n’a que les apparences d’une solution. En réalité les dynamiques économiques au sein de cette potentielle Zone Euro du Sud sont elles-mêmes très divergentes. La Grèce est clairement un cas à part, et l’Espagne a connu une impressionnante désindustrialisation, au point d’avoir un modèle économique fondé sur l’immobilier et les services financiers (comme le Royaume-Uni). Le Portugal a une économie qui est très dépendante de celle de l’Espagne. Si la France et l’Italie présentent des convergences économiques notables, on voit bien qu’une monnaie unique sur deux pays n’a pas beaucoup de sens. La convergence des représentations qui s’exprime dans le sondage du PEW Research Center montre plutôt que l’on pourrait s’appuyer sur les opinions publiques pour mettre en place une politique alternative. Celle-ci impliquerait une dissolution de la Zone Euro qui serait accompagnée du maintien des instruments de coordination des politiques monétaires dont le rôle serait étendu dans ce scénario à la politiques de changes mais aussi à la gestion concertée du contrôle des capitaux qui serait indispensable pour ce dit scénario.
 
À la lecture du livre En Finir avec l’Europe comme à celle du sondage du PEW Research Center il vient l’idée, qui s’affirme comme une évidence, qu’il faut penser l’alliance des groupes sociaux (ou le « bloc historique ») qui peut porter une politique alternative en Europe. Cette alliance doit être suffisamment inclusive pour être capable de résister aux pressions, tant internes qu’externes, qui se manifesteront lors de la mise en œuvre de cette alternative. Cela implique de penser cette alliance au-delà des frontières des couches inférieures du salariat (ouvriers et employés) même si ce sont elles qui doivent donner le ton de cette alliance. Il sera capital de pouvoir y intégrer de larges segments des petits entrepreneurs dont le destin est aujourd’hui directement menacé par l’Europe et par l’Euro. D’une certaine manière, c’est la composition sociologique du Movimente 5 Stella en Italie, ce qui explique d’ailleurs qu’il ait construit sa progression largement au détriment de la « gauche » traditionnelle. Le but ultime consisterait à réduire l’alliance européiste à son noyau, soit les fractions de la bourgeoisie liées aux activités bancaires, de services financiers, de communication et de publicité ainsi que la partie des salariés de ces secteurs qui est économiquement et idéologiquement capturée par ces fractions. Notons que, dans le secteur bancaire, cela construit une ligne de partage entre les salariés des guichets et ceux des services centraux et des services financiers liés aux marchés internationaux.
Le projet de cette alliance (ou de ce « bloc historique ») doit être celui de la reconstitution des marges d’autonomie de l’économie française autour de la défense des conditions de reproduction élargie du modèle social français. Il implique donc des éléments protectionnistes, chose dont les auteurs de En Finir avec l’Europe semblent parfaitement conscients. Par nature, mais aussi par nécessité, ce projet est aussi celui d’une réindustrialisation de l’économie française. La dynamique de l’industrie dans la valeur ajoutée en établi la nécessité économique, tandis que les représentations construites autour de l’industrie française, et qui dépassent de loin les frontières du monde ouvrier, font d’un tel projet une nécessité idéologique pour cimenter les représentations de ce bloc social. De ce point de vue, ce projet est compatible avec le discours d’Arnault Montebourg sur le “produire en France”.


[1] PEW Research Center, The New Sick Man of Europe: the European Union , French Dispirited; Attitudes Diverge Sharply from Germans, 13 mai 2013, http://pewglobal.org
[2] Idem, p. 5.
[3] J. Sapir, « Is the Eurozone doomed to fail », in Making Sense of Europe’s Turmoil, CSE, Bruxelles, 2012, pp. 23-27. Idem, « From Financial Crisis to Turning Point. How the US ‘Subprime Crisis’ turned into a worldwide One and Will Change the World Economy » in Internationale Politik und Gesellschaft, n°1/2009, pp. 27-44.
[4] I. Angeloni et M. Ehrmann, « Euro Area Differentials » in The B.E. Journal of Macroeconomics, Vol. 7, n°1/2007, article 24 (http://www.bepress.com/bein/vol7/iss1/art24 C. Conrad et M. Karanasos, « Dual Long Memory in Inflation Dynamics Across Countries of the Euro Area and the Link between Inflation Uncertainty and Macroeconomic Performance », Studies in Nonlinear Dynamics & Econometrics, vol. 9, n° 4, novembre 2005 (publié par The Berkeley Electronic Press, URL :http://www.bepress.com/snde ).
[5] Sur les effets dépressifs de l’Euro, voir J. Bibow, « Global Imbalances, Bretton Woods II and Euroland’s Role in All This », in J. Bibow et A. Terzi (dir.), Euroland and the World Economy: Global Player or Global Drag?, New York (N. Y.), Palgrave Macmillan, 2007
[6] C. Durand (sous la direction de), En Finir avec l’Europe, Paris, La Fabrique, mai 2013.
[7] C. Durand (sous la direction de), En Finir avec l’Europe, op.cit..
[8] Idem, p. 89 et 90.
[9] « Beppe Brillo ‘Je suis l’expression d’une colère’ », interview publié dans Le Temps, n° 4607, Samedi 18 et Dimanche 19 mai 2013, Genève, p. 4.