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apoyo total al documento de recarte en libertad digital, para su discusión pública:
Las bases para la reforma constitucional. Las de contenido
económico
Alberto Recarte, 26 de enero de 2011
Que nadie se llame a engaño. La
política de reformas que comienza
en mayo de 2010 no es la
consecuencia de una reflexión del
presidente del gobierno, del PSOE,
el PP, IU o los partidos nacionalistas
o regionalistas sobre la mejor forma
de hacer frente a los problemas
económicas de España, empezando
por el paro y la reducción del
número de ocupados.
Los dirigentes de los partidos
políticos están dispuestos a tomar
decisiones para recortar el gasto y el
déficit público y para reformar el
mercado de trabajo, las pensiones, y
el sistema financiero sólo para
conservar su poder. O para
alcanzarlo con declaraciones
populistas.
No ha habido una sola iniciativa
política para reformar, o recortar, el
gasto y el déficit público que se haya
ligado a sus efectos sobre el
crecimiento y el aumento del
empelo. O a las necesidades de
contar con un conjunto de
competencias a nivel nacional, al
nivel de la Administración Central
del Estado, que permitan al
gobierno nacional influir, con una
política económica determinada, en
el futuro económico de España.
La actual crisis económica hunde
sus raíces en la política monetaria de
la Reserva Federal de Greenspan y
de Bernanke, imitada, aunque con
reticencias, por el Banco Central
Europeo y el Banco de Inglaterra. El
Banco de Japón hace ya 20 años que
perdió el sentido común. Por su
parte, el gobierno chino contribuyó,
y contribuye, decisivamente, a
distorsionar el comercio
internacional y a financiar la política
monetaria expansiva de los bancos
centrales de esos países.
Los sistemas financieros de cada
país aprovecharon esa política
monetaria de bajos tipos de interés y
de expansión de la base monetaria
para incrementar su oferta de
crédito. Hay países en los que la
abundancia de crédito y los bajos
tipos de interés no fueron un acicate
suficiente para que las familias y las
empresas se endeudaran para
invertir en las actividades que
consideraban más atractivas, bien
para cubrir sus necesidades, bien
para rentabilizar ese nuevo
endeudamiento. En Alemania, no ha
habido burbuja crediticia ni burbuja
inmobiliaria. En Italia y Portugal,
tampoco. En Francia,
limitadamente. En Irlanda, España,
Grecia, sí las ha habido.
Angel Gimeno Marín
Profesor, Economista, Ingeniero Industrial
Empresario, Máster en Economía y Alta Dirección, miembro de Greenpeace.
Ex Consejero de Economía y Hacienda Diputación General de Aragón
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