jueves, 27 de enero de 2011

Las bases para la reforma constitucional. Lo económico.Recasrte


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apoyo total al documento de recarte  en libertad digital, para su discusión pública:
Las bases para la reforma constitucional. Las de contenido 
económico 
Alberto Recarte, 26 de enero de 2011 

Que nadie se llame a engaño. La 
política de reformas que comienza 
en mayo de 2010 no es la 
consecuencia de una reflexión del 
presidente del gobierno, del PSOE, 
el PP, IU o los partidos nacionalistas 
o regionalistas sobre la mejor forma 
de hacer frente a los problemas 
económicas de España, empezando 
por el paro y la reducción del 
número de ocupados. 
Los dirigentes de los partidos 
políticos están dispuestos a tomar 
decisiones para recortar el gasto y el 
déficit público y para reformar el 
mercado de trabajo, las pensiones, y 
el sistema financiero sólo para 
conservar su poder. O para 
alcanzarlo con declaraciones 
populistas. 
No ha habido una sola iniciativa 
política para reformar, o recortar, el 
gasto y el déficit público que se haya 
ligado a sus efectos sobre el 
crecimiento y el aumento del 
empelo. O a las necesidades de 
contar con un conjunto de 
competencias a nivel nacional, al 
nivel de la Administración Central 
del Estado, que permitan al 
gobierno nacional influir, con una 
política económica determinada, en 
el futuro económico de España. 
La actual crisis económica hunde 
sus raíces en la política monetaria de 
la Reserva Federal de Greenspan y 
de Bernanke, imitada, aunque con 
reticencias, por el Banco Central 
Europeo y el Banco de Inglaterra. El 
Banco de Japón hace ya 20 años que 
perdió el sentido común. Por su 
parte, el gobierno chino contribuyó, 
y contribuye, decisivamente, a 
distorsionar el comercio 
internacional y a financiar la política 
monetaria expansiva de los bancos 
centrales de esos países. 
Los sistemas financieros de cada 
país aprovecharon esa política 
monetaria de bajos tipos de interés y 
de expansión de la base monetaria 
para incrementar su oferta de 
crédito. Hay países en los que la 
abundancia de crédito y los bajos 
tipos de interés no fueron un acicate 
suficiente para que las familias y las 
empresas se endeudaran para 
invertir en las actividades que 
consideraban más atractivas, bien 
para cubrir sus necesidades, bien 
para rentabilizar ese nuevo 
endeudamiento. En Alemania, no ha 
habido burbuja crediticia ni burbuja 
inmobiliaria. En Italia y Portugal, 
tampoco. En Francia, 
limitadamente. En Irlanda, España, 
Grecia, sí las ha habido.  

Angel Gimeno Marín
Profesor, Economista, Ingeniero Industrial
Empresario, Máster en Economía y Alta Dirección, miembro de  Greenpeace.
Ex Consejero de Economía y Hacienda Diputación General de Aragón 

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